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La Vida de Jesucristo
Devocionales sobre la vida de Jesucristo.
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miércoles, 23 de julio de 2025
sábado, 16 de enero de 2021
Jesús y Nicodemo
Pasaje: Juan
3:1-15.
Título: Jesús y Nicodemo.
¿Cómo nacer de nuevo? ¿Puede
realmente una persona nacer de nuevo? ¿Cómo es esto posible? Si quieres saberlo,
te invito a que sigas leyendo este estudio:
Había
un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los
judíos. Este vino a Jesús de noche,
y le dijo: Rabí, sabemos que has venido
de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces,
si no está Dios con él. (Juan 3:1-2).
A partir de estos versículos,
se desprenden dos preguntas: ¿por qué Nicodemo vino a Jesús de noche? y ¿a qué
se refería cuando dijo que sabía que Jesús había venido de Dios como maestro? para
responder la primera pregunta necesitamos entender quién era Nicodemo.
Nicodemo, era un líder
religioso, que formaba parte del partido de los fariseos. Este, era un grupo
político-religioso en tiempos de Jesús, los cuales llegaron a ser maestros de
la ley. Nicodemo, no era un líder religioso común. Él tenía un cargo de
eminencia, era un principal entre los judíos, es decir, formaba parte de lo que
se conoce como el Sanedrín, que era una especie de asamblea legislativa, y a la
vez, un órgano con la autoridad para juzgar y administrar justicia entre lo
judíos, además, representaban una fuerza policial para arrestar personas.
¿Por qué vino a Jesús de
noche? Porque aunque habían personas que se sentían admiradas por lo que había
hecho Jesús en el templo, entre ellos
también estaban los líderes religiosos que habían permitido la corrupción en el
templo, estos eran copartidarios de Nicodemo, y obviamente, a ellos no les
gusto para nada que Jesús denunciara su corrupción. Por lo que visitar a Jesús,
podría considerarse para ellos una traición; ésta pudo ser una de las razones
por la que Nicodemo vino a Jesús de noche, por temor y para no ser visto por
los demás fariseos.
Lo que esta parte de la
historia nos enseña acerca de Nicodemo, es que su necesidad de Dios fue más
grande que sus miedos y temores, pues, asumió un gran riesgo al visitar a Jesús
de noche.
Esto es muy interesante, porque
así como Nicodemo, hoy en día, hay muchas personas sinceras que conocen las Escrituras,
pero que no conocen al Creador ni tienen una relación con Él.
Hay muchas personas, que ven
a Jesús como un hombre extraordinario, al que se le debe dar una especie de méritos
por sus obras, alguien que se debe recordar en días festivos, rendirle honor como
se le da a cualquier héroe, mártir, o pensador, tal vez con una vida llena de
prácticas religiosas, como oraciones, lecturas, y buenas obras. Y a la misma
vez, con una vida totalmente fuera del Reino de Dios.
Esto es muy importante
entenderlo, porque así lo hizo Jesús. Además de que Jesús conocía lo que había
en el corazón del hombre, Jesús puso una especial atención en las palabras de
Nicodemo, y al igual como lo declaramos en este estudio, por las palabras de
Nicodemo, Jesús pudo discernir que Nicodemo no sabía realmente quién era Él y
que por lo tanto no podía ver el reino de Dios, que estaba frente a sus ojos.
Esto le da sentido a la respuesta de Jesús:
“Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan
1:3).
En un lenguaje más sencillo,
Jesús le estaba asegurando a Nicodemo, que no podría ver el reino de Dios, si
no nacía de nuevo. Y a la misma vez, le estaba revelando a Nicodemo su propia
condición “No has nacido de nuevo” “Necesitas nacer de nuevo para ver el reino
de Dios” “No estás viendo el reino de Dios”.
Nicodemo, entendió
claramente que Jesús lo estaba confrontando con su realidad. Estas palabras hoy
en día, son también para nosotros, pero para Nicodemo, estas palabras iban
directo a su mente y su corazón. Él sabía que no podía ver el reino de Dios, y no
sabía cómo verlo, ni mucho menos entendía qué significaba esto de nacer de
nuevo. Es por esto, que en su respuesta, hace referencia a sí mismo como viejo
al internalizar las palabras de Jesús en él.
Es mi deseo, que así como
Nicodemo, no pienses que estas palabras son para alguien más, son para ti que
estás leyendo este estudio.
Ahora continuemos y veamos
la respuesta de Nicodemo.
Nicodemo pensaba, que Jesús
se refería a un nuevo nacimiento físico, y no entendía cómo podría ser esto
posible; pero Jesús se estaba refiriendo a un nuevo nacimiento espiritual.
Veamos la respuesta de Jesús:
“Respondió
Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el
que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo
que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de
nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de donde
viene, ni a donde va; Así es todo aquel
que es nacido del Espíritu. (Juan 1:5-8).
Después de escuchar la
respuesta de Jesús, Nicodemo entendió claramente que Jesús no se refería a un
nuevo nacimiento carnal, sino a uno espiritual, pero aún quedaba una gran
interrogante que aún estaba sin resolver
en su corazón ¿Cómo se nace de nuevo espiritualmente? Lo vemos en la respuesta
de Nicodemo:
“Respondió
Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?” (Juan 3:9).
Y otra vez, Jesús lo
confrontó amorosamente con su propia
realidad, haciéndole ver que su intelectualismo religioso no era suficiente para
comprender como funciona el reino de los cielos, así como hoy en día, no es
suficiente un conocimiento histórico o intelectual, para poder entender las
cosas espirituales. Veamos la respuesta de Jesús:
Respondió
Jesús y le dijo: ¿Eres tu maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de
cierto te digo, que lo que sabemos eso hablamos, y lo que hemos visto,
testificamos, y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenales,
y no creéis, ¿Cómo creeréis si os dijere las celestiales? (Juan 3:10-12).
Jesús no solo estaba
revelando la condición espiritual de Nicodemo, sino que también estaba
revelando la condición de todo Israel en ese momento que ignoraba totalmente
quién era realmente Jesús. En pocas palabras, Jesús le estaba diciendo a
Nicodemo, si tú que eres el maestro de Israel, y no entiendes algo tan sencillo
como esto, ¿Qué será de aquellos que tienen menos conocimiento de las Escrituras
que tú?
Esa es la misma condición en
la que se encuentran muchas personas hoy en día, si esto pasa con muchos de lo
que asisten a la iglesia, que conocen de
las Escrituras, pero no conocen a Dios ¿Qué será de aquellos que no asisten? Es
importante entender, que la iglesia no te salva, pero es la que te presenta el
mensaje de salvación, en todo caso es necesario el mensaje, pero se necesita
algo más que saber el mensaje, es necesario creerlo para ser salvo.
Jesús le estaba revelando
una de las verdades más sencillas del reino de los cielos. Pero no podían creer
las palabras de Jesús; y si no podían creer cuando Jesús les hablaba de cosas
terrenales ¿Cómo podrían creer las cosas
más profundas que eran celestiales? Y para demostrarlo,
entonces Jesús comenzó a revelar una de las primeras verdades más profunda en
cuanto a su identidad al comienzo de su ministerio. Aquí es cuando Jesús se
identifica a sí mismo por primera vez como el Hijo del Hombre. Pongamos mucha
atención a las palabras de Jesús, porque descubrirás algo muy profundo acerca
de Él que posiblemente no sabías:
“Nadie
subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.” (Juan 3:13).
Jesús está expresando que él
es el Hijo del Hombre, y está revelando algo que nadie en la historia conocía
hasta ese momento; que Jesús el Hijo del Hombre, es el único que ha estado en
el cielo y que ha venido del cielo, y por tanto es el único que puede revelar
las verdades profundas del cielo.
Pero hay algo más detrás de
estas palabras, realmente Jesús está revelando que Él es el Hijo del Hombre que
estaba el cielo, que descendió del cielo, y que a la vez está en el cielo.
¿Cómo puede Jesús haber descendido del cielo y a la misma vez estar en el
cielo? Nosotros comprendemos que esto es posible, porque Jesús es Dios, que descendió
del cielo, y que al mismo tiempo está en el cielo.
Pero, aun así nos queda una
interrogante ¿Qué significa que Jesús es el Hijo del hombre que descendió del
cielo y que está en el cielo? Realmente, Jesús está haciendo una referencia a
una profecía acerca de sí mismo en el libro de Daniel.
“Miraba
yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como hijo de hombre, que vino hasta el
Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.”
(Daniel 7:13).
Daniel estaba viendo una
visión del futuro, si lees el contexto del pasaje, te darás cuenta que es una
visión celestial. Antes de este texto, Daniel ve millares de millares y
millones de millones de ángeles en el cielo de diferentes jerarquías que sirven
a Dios. Ciertamente, lo que Daniel veía era tan sublime, tan extraordinario,
tan indescriptible, que hubo un momento que se turbaron su cuerpo y su
espíritu, pero lo que más le llamo la atención a Daniel de todo esto fue el
Anciano de días, y el hijo de hombre.
¿Quién es el Anciano de Días? Es Dios. Y ¿Quién es
el hijo de hombre? ¿Por qué le llama tanto la atención a Daniel? ¿Qué hace un
ser con apariencia terrenal en el cielo? Jesús
es este Hijo del Hombre, que vio Daniel en el cielo y que ahora había
descendido del cielo.
Jesús no solo revela su
identidad, sino, que también revela la forma en que iba a morir en el futuro y
lo demuestra haciendo referencia a otra profecía acerca de sí mismo a través de
una analogía donde explica que así como la serpiente fue levantada en un madero,
para que los que la vieran fueran salvos, así mismo, Jesús tendría que morir
colgado en un madero, para que los que pongan su confianza en Jesús puedan ser
salvos.
“Y
como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo
del Hombre sea levantando, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna.” (Juan 3:14-15).
Hemos llegado al final del
pasaje a estudiar, y aún no hemos revelado el misterio ¿Cómo es que se nace de nuevo? La razón por la que lo hemos dejado
para el final es porque precisamente Jesús se encarga de dar la respuesta al
final de este pasaje. Vamos por parte:
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere del agua y
del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la
carne, carne es; y lo que es nacido del
Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de
nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni a dónde va; Así es todo aquel
que es nacido del Espíritu. (Juan 1:5-8).
¿Qué significa nacer del
agua y del Espíritu? El agua es símbolo de purificación. Esto significa, que no
se puede entrar al reino de los cielos a menos que la persona haya sido
purificada, pero ¿Cómo es purificada? Por el Espíritu Santo que entra y mora en
él, en el momento que la persona se convierte a Dios, al creer en su corazón en
Jesús y confesarlo como Señor y Salvador
de su vida.
Sabemos, cómo se nace de
nuevo espiritualmente, y sabemos que al esto ocurrir, nace una nueva naturaleza
espiritual, cuando recibe el Espíritu de Dios en su vida. No sabemos con
certeza y detalle todos los procesos espirituales que ocurren en el interior
del hombre, ni cómo es que Dios lo hace, pero, lo que sí sabemos es que el
nuevo nacimiento es real, así como el viento; no podemos saber con certeza
dónde y cómo nace, porque no lo vemos, pero sabemos que es real porque lo
podemos escuchar y sentir, así mismo, es el nacimiento espiritual, un misterio
que la mente humana no es capaz de entender cómo Dios lo hace, pero, lo que sí
podemos estar seguros es que es real, por los resultados que produce el nuevo
nacimiento en una persona, que es una vida transformada.
Esto
nos enseña acerca de Jesús:
·
Que Jesús es el Hijo del Hombre.
·
Que Jesús es el Rey de los cielos.
·
Que Jesús es el Salvador.
Para
reflexionar y meditar:
·
¿He creído y entregado mi vida a Dios
confesando a Jesús como el Señor y salvador de mi vida?
·
Si Jesús es el Rey de los cielos y mora en mí
¿Estoy viendo en mi vida el reino de los cielos?
·
¿Estoy poniendo cada día mi mirada en Jesús?
¿Estoy confiándole a Dios mi vida diariamente con las decisiones que tomo?
lunes, 17 de agosto de 2020
Jesús conoce a todos los hombres.
Título: Jesús conoce a todos los hombres.
- Que Jesús es el Hijo de Dios.
- Que Jesús lo sabe todo.
- Que Jesús conoce a todas las personas, lo que
hay en sus pensamientos, convicciones y conductas.
- ¿Creo realmente en Dios?
- ¿Qué actitudes y hábitos debo cambiar en mi
vida ahora que sé que Dios lo sabe todo de mí?
- ¿Estoy viviendo lo que se supone que creo en
mi corazón?
- ¿Te estas apropiando de las promesas de Dios
para tu vida?
- ¿Sientes autoridad moral y espiritual por la
fe en Jesús quien perdona, limpia y restaura para enseñar con autoridad la
palabra de Dios? Si no es así, este es un buen momento para que busques a Dios.
- Te recomiendo escuchar la siguiente canción y te animo a que hables con Dios, meditando en lo que hemos aprendido hoy mientras alabas.
jueves, 6 de agosto de 2020
Título: Jesús purifica el templo.
Título: Jesús purifica el templo.
¿Cómo puedo ser purificado? La pureza es la cualidad de aquellos que no se
han contaminado. Pero, vivimos en un mundo donde predomina la contaminación en
todos los sentidos, no solo nos referimos al medioambiente natural, sino, que
también incluimos todo lo que nos rodea y que de alguna manera entra a nuestra alma, mente y
corazón.
En este mundo contaminado en que vivimos, somos propensos a ensuciarnos los
pies al pasar por caminos lodosos, algunas de las formas en que la contaminación
entra a nuestro interior es a través de lo que vemos, oímos, palpamos, hablamos,
pensamos, deseamos y creemos. Y frente a todo eso, el deseo de Dios es que
seamos puros y nos limpiemos de toda contaminación. La gran pregunta es: ¿Cómo
puedo ser purificado? ¿Cómo puedo ser limpio de toda maldad? En el estudio de
hoy, veremos cómo esto es posible a través de Jesús.
Después, de convertir el agua en vino en Caná de Galilea, Jesús se dirigió
junto a su madre, hermanos y discípulos, a Capernaum, y estuvieron allí no
muchos días, porque estaba cerca la pascua de los judíos; y durante la pascua
todos los judíos debían dirigirse al templo y ofrecer sacrificios. Jesús, como
todo judío, también se dirigió hacia el templo de Jerusalén para celebrar la
pascua.
Ahora bien, quizás te estés preguntando ¿Qué es la pascua? ¿Qué significa? ¿Por qué era tan importante para los judíos? Necesitamos responder estas preguntas para poder comprender lo que Jesús quería enseñar en este pasaje.
La pascua era una fiesta solemne de los judíos, que se celebraba todos los años el día diez del primer mes del año hebreo. En conmemoración del día en que Jehová libró a los primogénitos de Israel, cuando estos obedecieron el mandato de Dios de marcar los dinteles de sus puertas con la sangre de un cordero. Esta fiesta debía recordar a Israel, las obras que Dios hizo por amor a su pueblo.
Por otro lado, en el templo se solía presentar ofrendas y sacrificios de animales, para expiar al pueblo de sus pecados. Dependiendo del tipo de pecado y de la condición económica del pueblo, se podía presentar bueyes, ovejas o palomas para ser sacrificado por los pecados de las personas.
El propósito de este ritual consistía, en que las personas tomaran
conciencia y reconocieran que un animal inocente iba a ser sacrificado por la
persona que
Como habían judíos que venían desde lugares muy lejanos, se hacía muy
difícil la tarea de trasladar a los animales desde las tierras donde residían,
así que con el paso del tiempo, se comenzó a vender los animales en el templo,
para aquellos que venían de lejos. Esto trajo como consecuencia una
insensibilidad, tanto en el que ofrecía el sacrificio, como los que negociaban
con éste. Los sacrificios se convirtieron en algo externo, material, algo que cualquiera
con dinero podía comprar, la persona no lograba sensibilizarse ante el
sufrimiento del animal, y le era muy difícil relacionar que una vida inocente
iba a terminar por su culpa.
Por otro lado, encontramos a los cambistas, quienes cambiaban las divisas por una moneda
aceptable. Como los cambistas tenían el monopolio del mercado, cobraban una tasa
exorbitante por sus servicios. Lo que había comenzado como un servicio a los
peregrinos, se había degenerado, en explotación y usura. El templo de Dios se
había vuelto una “cueva de ladrones”.
Estaba
cerca la pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo
a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y los cambistas sentados. (Juan
2:13-14).
Este es el escenario con que
se encuentra Jesús cuando visita el templo, una adoración corrupta, y con
personas que se aprovechan de forma inhumana de las vulnerabilidades
económicas, sociales, y geográficas de otros.
Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo: a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. (Juan 2:15-16).
Quisiera que profundicemos en estas últimas palabras de Jesús porque
expresan una verdad profunda acerca de su identidad. ¿Qué verdad está
expresando Jesús acerca de si mismo?
Qué Jesús está afirmando que Dios es
su Padre, esta es una verdad profunda, que Jesús estaba revelando acerca de
su identidad. Y como todo lo del Padre es del Hijo, la casa del Padre, también
es la casa del Hijo.
Entonces se acordaron sus discípulos
que está escrito: El celo de tu casa me
consume. (Juan 2:17).
Los discípulos de Jesús que también estaban con él, no podían entender o
procesar en sus mentes y corazones la profunda verdad de que Dios tuviera un
hijo, de hecho para cualquier persona en aquel tiempo, esta verdad le sonaría
descabellada, inconcebible, y no fue
hasta mucho tiempo después de conocer más a Jesús que los discípulos pudieron
asimilar que Jesús era el hijo de Dios, y entender que realmente Jesús estaba
cumpliendo una profecía escrita en Salmos 69:9
Este pasaje, que les recordó a los discípulos la razón por la cual Jesús
estaba reaccionando de esta forma, expresa una segunda verdad, que podría ser
difícil de entender, por lo cual se hace necesario que lo abordemos.
Hagamos un análisis de esta frase: “El celo de tu casa me consume”.
¿Cuál es la segunda verdad? Que Dios
es celoso. Es probable que hasta
este momento te sientas algo confundido, porque como probablemente habrás visto
en la misma Biblia se condenan los celos, como obras de la carne. Y es posible
que te suene algo contradictorio y te lleve hacerte alguna de estas preguntas: “Si los celos son malos y Jesús sintió celos,
entonces ¿Habrá pecado Jesús?” o si Jesús sentía celos, y sabemos que Jesús nunca
pecó, entonces ¿Está bien sentir celos?
Es muy importante responder a estas preguntas, porque muchas personas toman este pasaje, y lo sacan de contexto para sostener una de estas dos afirmaciones:
- Que Jesús pecó al enojarse y sentir celos.
- Que está aprobado por Dios enojarse y sentir celos,
porque “Jesús lo sintió”.
Ambas afirmaciones son incorrectas, Jesús nunca pecó, y la Palabra de Dios
reprueba los celos. Entonces, ¿Cómo resolvemos este enigma? La misma palabra de
Dios nos da la respuesta.
Existe una gran diferencia entre lo que siente el hombre, y lo que siente
Dios. Cuando Dios creó al hombre lo hizo bueno, a su imagen y semejanza, por lo
que como Dios era justo, el hombre también era justo, como Dios era bueno el
hombre también era bueno, el hombre heredó de Dios incluso la capacidad de
amar. Pero, el pecado distorsionó la imagen de Dios en el hombre, y como
consecuencia también se distorsionaron todas las expresiones del hombre y sus
relaciones.
De allí, que encontramos pasajes como Santiago 1:20 “Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. El pecado,
ha hecho que el hombre en lugar de
justicia, sienta mas bien venganza impulsada por el rencor. Esto mismo ocurre
con varios atributos de Dios que realmente son buenos, pero, que se han
pervertido en el corazón del hombre. Por
lo cual esto nos lleva a afirmar que existe una gran diferencia entre el amor
de Dios y el amor del hombre, la justicia de Dios y la justicia del hombre.
Aplicando este principio a la verdad acerca de que Jesús sintió celos,
llegamos a la conclusión de que existe una gran diferencia entre el celo que experimentó
Jesús y el celo que puede a llegar a experimentar el hombre por motivos
egoístas.
El celo que Jesús sintió fue un Celo
Bueno, un Celo de Dios, un Celo Santo. (2 Corintios 11:2 y Gálatas
4:17-18).
“Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué
señal nos muestras, ya que haces esto? Respondió Jesús
y les dijo: Destruid este templo, y en
tres días lo levantaré”. (Juan 2:18-19).
Los judíos entendían claramente las insinuaciones de Jesús, ellos sabían
que el templo era conocido como la casa de Dios, y al escuchar a Jesús decir: “No hagáis de
la casa de mi Padre…” ellos entendían que Jesús estaba insinuando
que Dios era su Padre, y que él estaba insinuando que tenía autoridad para
hacer todo lo que hacía, por lo que ellos le piden una señal, para que el
demuestre sus afirmaciones.
Entonces, Jesús les respondió “Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré” Entonces: Dijeron luego los judíos: En cuarenta y
seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?
¿Cómo Jesús iba construir en
tres días un templo que a una multitud de personas le había costado cuarenta y
seis años? Aquí encontramos la tercera y última verdad de este estudio:
“Más él hablaba del templo de su cuerpo.”
(Juan 2:21).
El templo es la morada del
Espíritu de Dios, en el cuerpo de Jesús moraba el Espíritu de Dios, por lo
tanto su cuerpo físico era el templo de Dios, Jesús estaba diciendo que su
cuerpo era el templo del Espíritu de Dios, y que la señal que él les daría es
que si destruyen su cuerpo en tres días él lo levantaría.
Jesús, nos dio una señal a todos de que él era el hijo de Dios, cuando resucitó
al tercer día de entre los muertos. La Biblia afirma en varios pasajes que los
que hemos recibido a Jesús en nuestro corazón, recibimos a su Espíritu Santo en
nuestro cuerpo, por lo cual se dice que nuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo.
Por lo tanto, el mismo celo que Jesús sentía por la casa de su Padre, ese
mismo Celo Santo lo siente por ti. Y él no va a permitir que nadie profane tu
cuerpo, porque tu cuerpo no es tuyo, es la morada de Dios que él creo, y que a
la vez compró con su vida a precio de sangre.
Dios es Santo, y el lugar donde él habita también lo es. Y si Él habita en
tu cuerpo, él va a purificar y santificar tu cuerpo, tu alma y tu espíritu.
El Celo Santo de Dios lo va a
llevar a purificar tu cuerpo, esto
implica que él va a tener que destruir y
deshacer todas las obras del diablo, del mundo y de la carne en tu vida, para poder
levantarte, y hacer cosas nuevas en ti.
Por supuesto, esto va a causarte dolor, pero, será un dolor necesario, no
debes oponerte, ni resistirte, y mucho menos, corromper tu cuerpo con
impurezas, porque Dios destruirá a quien destruye su templo que eres tú, y aunque
tu alma se salve, te destruirá a ti mismo, si persistes en profanar tu cuerpo
con impurezas.
“¿No
sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios,
Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo
es. (1 corintio 3:17-18).
Piensa en esto: Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)
Dios
no quiere destruirte, él realmente quiere perdonarte y limpiarte de toda maldad, porque él es
fiel y justo, Pero, es necesario que antes, tú le entregues tu vida a Dios, y
te arrepientas confesando tus pecados.
Esto
nos enseña acerca de Jesús:
- Que Jesús es el Hijo de Dios.
- Que Jesús siente un celo santo por su Padre y
por su pueblo.
- Que Jesús quiere y tiene el poder para
purificarte.
Para
reflexionar y meditar:
- ¿Has estado destruyendo tu cuerpo? ¿Has
estado contaminando tu cuerpo con impurezas?
- Existen muchas clases de impurezas que
contaminan tu cuerpo, por ejemplo: ¿Has estado contaminándote con alguna de
estas: Adulterio (Infidelidad, deslealtad, a tu esposo/a), fornicación (deseos,
pensamientos o relaciones sexuales sin estar casado, incluyendo el consumo de
pornografía y la masturbación), inmundicia, lascivia (pasiones desordenadas,
inmoralidad sexual, malos deseos, homosexualismo), idolatría (algo que ocupa el
lugar de Dios en tu vida), hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensiones(Excesivos desacuerdos), herejías (creencias contrarias
a Dios), envidia, homicidios, borracheras, orgías, o cosas semejantes a éstas?
- De todas éstas, debes poner una especial
atención en la siguiente: la fornicación y toda clase de inmoralidad sexual: Huíd
de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera
del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. (1 Corintios
6:18).